sábado, 14 de mayo de 2011

Psicología y Educación - Unidad 1- Educador Educando-


Libro: “Educación y psicoanálisis: aprender, querer aprender y no aprender en la escuela”  Graciela M. Giraldi. Editorial Homo Sapiens.

Capítulo : ¿Cómo aprende el niño?
¿Qué sostiene la pareja: Educando-Educador?

Analizar la pareja educando-educador, implica hablar de un tercer término entre ellos, necesario para poner en marcha la dialéctica del aprendizaje en el niño.
Ese tercer término se llama: SABER.
¿Cuál es la posición necesaria con el saber que tiene que tener el alumno para entrar en el proceso del aprendizaje?
En primer lugar, el alumno debe partir de la falta de saber en él, pues en la medida que nos falta algo, podemos ir en su búsqueda.
En segundo lugar, el niño debe transferir ese saber a sus maestros, lo que quiere decir que les suponga a ellos tener el saber que él aprehenderá o que él tomará, apropiándoselo.
Es claro de percibir ese fenómeno transferencial, por el lazo amoroso que lo encauza. Dicho de otra manera, se les supone es saber a aquellos a quienes amamos y no a quienes nos resultan indiferentes.
De allí que se entiendan ciertos intereses expresados por los niños hacia algunas de sus materias escolares, a partir del lazo transferencial que hacen con los docentes que desarrollan esas áreas.
Otras veces, el niño culpa a un docente por no poder entender su materia. Allí también hay que reconocer el fenómeno de la transferencia en su cara contraria a la del amor, es decir: el odio, pues el alumno tiene al docente “entre ojos”.
Del lado del educador: También debe mantener relaciones estrechas con el saber, con la diferencia de que el docente está más en comunión con un saber expuesto. Por ejemplo, para hacer entender a sus alumnos un concepto, o al enseñar sobre un tema, debe él haberlo aprendido primero y esforzarse en hacerlo entendible para sus alumnos.
Y es claro que algunos educadores saben transmitir, mejor que otros, una verdadera enseñanza. Muestran un “saber-hacer” que ejercitan en su justa medida y que no tiene nada que ver con el saber informático o enciclopedista que pueda reunir el docente.
La escuela Socrática Antigua, consideraba de vital importancia a las relaciones que se establecían con el saber.
La etimología de la palabra Filosofía (amor al saber) nos indica el objetivo del acto del filosofar que ejercitaban los filósofos para acercarse a entender un tema.
Si se lee el texto de Platón: “El Banquete”, se puede deducir que los discípulos de Sócrates, se lo seguían a su maestro era porque lo amaban, suponiéndole a él tener el saber que ellos buscaban.
Y la posición de Sócrates, el maestro, era de provocar y agilizar el diálogo sobre un tema, en las reuniones que llamaban Simposios. En cada Simposio, el interés del maestro era el de generar la producción de saber en sus discípulos.
Por ejemplo, se partía de la pregunta sobre qué es el amor y cada uno expresaba su opinión particular. Luego Sócrates analizaba o deducía el saber que se desprendía de lo que decía cada uno.
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También el aprendizaje de los niños es una experiencia con el saber. De modo que cuando hablamos de la pareja: Educando-educador, debemos pensar de un lado y de otro, cuáles son las relaciones con el saber para que el proceso del aprendizaje pueda funcionar.
Ante el interrogante ¿Cómo aprenden los niños?, debemos primero respondernos por el “por qué” se da el aprendizaje, o cuál es la causa del aprendizaje?.
Esa razón no es otra que la del saber y las relaciones que sostienen con el saber la pareja: alumno-maestro.
Y cuando las relaciones con el saber se quiebran, aparecen los llamados trastornos del aprendizaje en los niños.
¿ Qué deben saber los educadores? Deben saber que su acto se apoya en el mismo saber.
Deben saber de que el niño, para poder aprender, necesita partir de la premisa de que le falta saber. Por eso va a aprender a la escuela.
Si lo supiera ya todo, nunca podría buscar el saber en los otros, y que ese otro no puede ser cualquiera sino aquel con quien establezca un buen lazo afectivo.
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