martes, 27 de junio de 2023

Sísifo contemplativo

 




En el apego de un hombre a su vida

 hay algo más fuerte 

que todas las miserias del mundo.

Albert Camus






El mito de Sísifo es una antigua historia de la mitología griega que fue popularizada en un ensayo por el filósofo Albert Camus. En este mito, Sísifo es un rey de Corinto castigado por los dioses por su astucia y su desafío a su autoridad. Traiciona a Zeus. La reiterada acción en la mitología, traición, engaño, castigo, sufrimiento.


El castigo de Sísifo consiste en perder la vista y en hacerlo rodar una enorme roca cuesta arriba hasta la cima de una montaña. Sin embargo, cada vez que está a punto de alcanzar la cima, la roca se resbala de sus manos y rueda nuevamente hasta la base, obligándolo a comenzar de nuevo su tarea. 


Sísifo está condenado a repetir este proceso por toda la eternidad.


Este mito es visto como una metáfora de la existencia humana y su lucha contra el absurdo de la vida. Camus interpreta la figura de Sísifo como un símbolo de la condición humana, condenada a realizar tareas sin sentido y a enfrentarse a la inevitabilidad de la muerte. A pesar de su futilidad, Sísifo continúa perseverando en su tarea, y Camus encuentra en su esfuerzo una especie de heroicidad absurda. 


Camus argumenta que la vida humana es inherentemente absurda, ya que buscamos un sentido y un propósito en un universo indiferente y sin significado y propone “Hay que imaginarse a Sísifo feliz”.
Sísifo en su camino absurdo, repetitivo, tedioso, puede encontrar la dicha de que es posible construir un mundo sin límites donde lo que importa es la pasión por la vida. No se detiene, no se rinde, sigue y, en ese hacer, es feliz.


Sísifo es el mito de la constancia esperanzadora. Hay una especie de felicidad en esa lucha en contra de lo absurdo y la vive con pasión auténtica. Él se resiste a la desventura y renueva sus esfuerzos. 
Me imagino el gesto de Sísifo, sus músculos, el esfuerzo en subir la roca,  imaginar la roca densa, fría, gigante, manteniéndolo ocupado en no ser aplastado, pisando con todas sus fuerzas, sin tiempo para nada más que para hacer eso. También lo pienso orgulloso de su constancia, de su responsabilidad. Pienso que en ese castigo Zeus le consagró, tal vez por error, lo dudo por ser un dios, un posibilidad única. Hay un momento en que al llegar a la cima, la piedra se cae, y es allí donde pienso en Sísifo. Mientras cae la roca se puede lamentar por el esfuerzo en vano o levantar la mirada para contemplar desde la cima, tomar aire, tomar fuerzas. Me lo imagino así, contemplativo. ¿De dónde podía sacar tanta fuerza si no es desde un lugar de agradecimiento, de contemplación, de calma? El filósofo BYung-Chul Han dice que el ser solo se condensa en la pausa. Es en esa pausa que Sísifo se resetea, es por la que vive, no por subir la piedra, sino por verla caer, por contemplar, y sentirse vivo, alejando la muerte a pesar de que  su acecho es constante.


La felicidad de Sísifo la construye sobre la certeza de una herida que genera el sufrimiento y la muerte y eso lo impulsa a ser dichoso pero sin perderlos del horizonte. Somos felices en los momentos en que creemos ilusoriamente que los vencimos o por lo menos los alejamos.
 

La felicidad como una ilusión de distanciamiento.


Psic. Patricia Gagliardi 


lunes, 26 de junio de 2023

El valor de los mitos y el hilo de Ariadna


Todos los mitos y los sueños tienen algo en común,

 y es que todos ellos son escritos en el mismo idioma, 

el lenguaje simbólico.


Erich Fromm


      


      La mitología nos enriquece nuestro análisis de las experiencias humanas. Desde la explicación del mundo, su origen, su naturaleza, sus fenómenos, nuestro lugar en él. Conectan la cultura con la historia. También al estar llena de arquetipos y símbolos que representan patrones y rasgos humanos universales resuenan el en inconsciente colectivo permitiendo comprender las dinámicas de la humanidad.

En su mayoría contienen lecciones y enseñanzas morales ya sea por semejanza o por antonomasia. Advierten sobre las consecuencias de ciertos vicios o de actos perjudiciales y nos permiten reflexionar sobre los aspectos más profundos del hombre como el amor, el sacrificio, la muerte, el destino y el sentido de la vida.

En el mito del Minotauro, Teseo es quien lo libera de su tedio, de su horror, de su soledad, de su rechazo social,  para liberar a los atenienses de ser devorados por la bestia.

Hay un elemento simbólicamente poderoso en este mito y es el hilo de Ariadna. Ariadna, hija de Minos y Pasífae, cabe destacar que era hermana del Minotauro, le ofrece a Teseo, de quien se enamora apenas lo ve, un hilo para que pueda encontrar el camino de salida del laberinto una vez que haya demostrado su valor.  

La pareja se fugó a Grecia pero Teseo una vez huidos la  abandona en una isla a su suerte. Su llanto llegó a los dioses, Dionisio la consoló y le regaló una corona, recibiendo la inmortalidad como constelación.

Ariadna ofrece un recurso por amor, que le salva la vida a Teseo. Es la metáfora del apoyo emocional.  Puede leerse que a Teseo no lo salva el hilo, sino el amor como siempre ocurre. Lo disfuncional de este acto es que el esfuerzo, el amor, la ayuda tiene una sola dirección, sólo parte desde Ariadna.

El hilo significa la guía, el mantenerse en el camino, encontrar la salida. Otro analogía es la ayuda terapéutica o una ayuda externa.

El laberinto en sí puede simbolizar el arquetipo del viaje o la búsqueda, ese camino lleno de desafíos y obstáculos con abundancia de pruebas, que no necesariamente es externo sino que puede ser un reflejo de la complejidad de la propia mente humana. 

¿Quién no se ha perdido en algún laberinto de la vida y le ha costado la salida, o entregado ovillos de hilo para salvar a otros? Este mito nos regala una acción salvífica, el amor.

Psic. Patricia Gagliardi 



jueves, 22 de junio de 2023

El rol del Minotauro en la familia

 

Reflexiones de nuestra psique a la luz del mito del Minotauro

Psic. Patricia Gagliardi 




-¿Lo creerás, Ariadna? - dijo Teseo-.
 El Minotauro apenas se defendió. 



J.L.Borges  -La casa de Asterión






La mitología nos regala un tesoro de narrativas  para reflexionar sobre nuestro actuar. Es un ayer que no caduca porque responden a las preguntas fundamentales sobre nuestra existencia. Sus arquetipos y símbolos resuenan en nuestro inconsciente colectivo.  

El mito del Minotauro cuenta cómo el rey Minos de Creta, hijo de Zeus y Creta,  deseando poder le solicita ayuda a Poseidón, recibe un toro blanco que debía sacrificar en honor al dios, pero desobedece. Esta desobediencia enfurece a Poseidón y lo castigo con el engaño de Pasífae quien se enamora del toro gracias a que Dédalo le construye un disfraz y logra seducir al toro. De esta unión de desobediencias, secretos, soberbias, ambiciones, mentiras y engaños nace su fruto: el minotauro, la representación, mitad hombre y mitad toro, la bestia para los ojos de todos, lo temido, lo incontrolable, lo abominado por Minos, lo mirado desde lejos por la sociedad, al quien Dédalo le construye su destino tanto como su participación en el origen, su laberinto. El Minotauro vaga en su soledad, en su incomprensión, en su voracidad. Hijo de una familia disfuncional, con todas las dinámicas problemáticas en su despliegue. Pero es él el señalado, el encerrado, y en la sociedad de hoy es el medicado, el que es depositado no en un laberinto sino en la medicina, la psicología, la psiquiatría, la psicopedagogía. Tanto se parecen, la criatura mitológica y el niño posmoderno “con problemas” que tal vez el destino del Minotauro haya sido menos cruel, menos solitaria.

El Minotauro recorría su laberinto, el niño hoy se pierde en un laberinto emocional que nadie calma, que nadie recorre, que su puerta es taponada con la tecnología, sus gritos acallados, sin salida. 

Teseo es su redentor, de liberación, pero también de muerte. 

¿Cuántos jóvenes hoy buscan en tóxicos a un Teseo que los libere?