miércoles, 5 de julio de 2017

Neuroeducación




Neurociencias: 
las emociones como combustible del aprendizaje 

Ps. Patricia Gagliardi
2017

El propósito de una buena educación es indagar constantemente para enseñar y aprender mejor. Los avances neurocientíficos y específicamente en neuroeducación, contribuyen a su crecimiento. Se educa teniendo el cerebro en mente. Decodificar cómo funciona el cerebro para aprender nos dirige a valorizar las emociones como el combustible del proceso. Es innegable la unión entre cognición y emoción.

Podremos dilucidar la duda de la anterior afirmación si nos remontamos a una experiencia personal de nuestra escolaridad. Frente a la consigna de recuperar un fragmento de nuestro pasaje por la escuela vendrán a la memoria las emociones, las clasificaciones arbitrarias en bueno, malo, agradable, desagradable, divertido, aburrido y en su mayoría estos recuerdos serán atravesados por las relaciones interpersonales docentes y de pares.
Aunque las emociones han sido, y siguen en algunos sectores, resistidas, puestas fuera de la escuela, o en los recreos, sin considerar que han estado implicadas siempre.  Implicadas de tal modo que ya las he mencionado como el combustible del aprendizaje.
Toda la información que percibimos pasa por el sistema límbico antes de ser enviada a la corteza cerebral. La amígdala en el sistema límbico se alerta ante sucesos que considera importantes para la supervivencia, significativos en términos vigotskyanos, posibilitando la consolidación y el recuerdo de manera más eficiente.
Una posible clasificación de las emociones puede ser la siguiente:
° Emociones primarias como la ira, tristeza, miedo,asco, alegría y sorpresa, son universales y fácilmente reconocibles .
° Emociones secundarias empatía, compasión, vergüenza, culpa, orgullo, envidia, esperanza, desilusión, celos, desprecio entre otras
° y las mixtas que son las combinaciones de las anteriores.
Todas las emociones se manifiestan en nuestro cuerpo, en nuestra conducta y le otorgamos un significado particular a esa experiencia analizando nuestra reacción, o cuál es la mejor manera de actuar, o bien pueden traer recuerdos desagradables o placenteros a nuestra memoria o sus sensaciones.
Aquellas experiencias escolares conectadas a emociones serán guardadas en nuestra memoria emocional y podrán ser recordadas con mayor facilidad, del modo inverso un sujeto sometido a un alto nivel de excitación emocional tendrá dificultades para aprender independientemente de su coeficiente intelectual. Estas últimas son emociones que ejercen un impacto negativo porque perturban la atención, la concentración, el recuerdo ya que afecta en la función del hipocampo. El miedo también impide el procesamiento de la información. Salir de esto implica instalar una emoción positiva que  neutralice la anterior. El humor y la risa siempre posibilitan que los alumnos estén más propensos a aprender.  Si las emociones son placenteras, hay un aumento del interés y de la atención, en cambio, si las experiencias generan displacer aumenta la ansiedad, el aburrimiento y la sensación de impotencia.
Las etapas del desarrollo emocional son: primero el darse cuenta y nombrar las emociones, muchas de ellas son confundidas por nuestros alumnos, este reconocimiento debe tener un inicio muy temprano ya sea desde juegos de reconocimiento, acertijos, termómetros emocionales en el aula en el que cada alumno pueda ubicarse en un estado, etc.;  como segunda  y tercera etapa, aceptar las emociones y expresarlas, trabajando con películas que inviten a la expresión, organizar debates, mantener escuchas empáticas entre otras y por último regularlas, practicar respiraciones, relajaciones y visualizaciones para aquietar el cuerpo y la mente. La última etapa es esencial para la buena convivencia, si las anteriores están logradas pero no hay regulación de ellas es tan peligroso como no tener emociones, el respeto y el valor por los otros fomenta la confianza y el desarrollo de competencias emocionales que irán más allá del aula.
Aunque hay una etapa que considero que como docentes es la cero, empezando por nuestra capacitación para tener más competencias personales y profesionales, integrando la dimensión emocional todos los días en el aula, tejiendo vínculos de confianza con el grupo y principalmente manteniendo una relación apropiada desde nuestro rol pero cercana como personas y sólo así  contribuir a fortalecer el desarrollo emocional de los alumnos.


Bibliografía:

  • Bacigalupe, M. (2012) Neurobiología del aprendizaje. Enfoque transdisciplinario de la relación sujeto-medio. Buenos Aires, Polemos.
  • Blakemore, S; Frith, U.: (2007) Cómo aprende el cerebro, las claves para la educación. Ariel.
  • Damasio, A. (2014 ) En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos. Buenos Aires, Paidós.
  • De Podestá, M.: (2013) El cerebro que aprende: una mirada de la educación desde las neurociencias. Buenos Aires, Aique.
  • Vigotsky, L.: (2004) Teoría de las emociones. España, Akal

No hay comentarios:

Publicar un comentario