jueves, 6 de julio de 2017

Neurociencias: la toma de decisiones


¿El corazón tiene razones que la razón no comprende? 


Ps. Patricia Nanci Gagliardi
2017

Nacemos dotados de mecanismos automáticos para la supervivencia, nos insertamos socialmente y la educación y la cultura nos proveen de una serie de estrategias para tomar decisiones apropiadas culturalmente y que impactan en una mejor supervivencia. La toma de decisiones pone en juego varios procesos:
  • Procesar los estímulos presentes en la tarea
  • Recordar experiencias anteriores
  • Y predecir y estimar las posibles consecuencias de las diferentes opciones
Esta enumeración parece simple pero será necesario que se implique a las emociones, la memoria de trabajo y las funciones ejecutivas en su conjunto. El lóbulo frontal, un área de nuestro cerebro, se lleva el protagonismo. Desentrañar este camino implica un entrecruzamiento de la cultura y la neurociencia.
Para la neurociencia arribar a la deducción de que un área del cerebro es la responsable de la toma de decisiones implicó fascinarse con un accidente ocurrido en 1848 el cual ha sido tan poco  intrascendente que desde  ese entonces su interés se propagó hasta 120 años después en que Hanna Damasio profundizara los estudios con los restos craneales. 
El hombre que no puede dejar de mencionarse si historizamos la neurociencia, y que de hecho forma parte de todas las cronologías publicadas, es Phineas Gage.
En 1848, en Inglaterra, Phineas Gage con sólo 25 años de edad es capataz de construcción de una empresa ferrocarril. Está a cargo de un grupo de hombres y es reconocido por su capacidad, su eficiencia,  su responsabilidad y su supervisión permanente de todas las tareas  que se realizan en su grupo. Su tarea dedicada a la detonación de explosivos para abrir caminos ferroviarios exigía una planificación minuciosa y concentración extrema, cualquier error podía ser fatal. El accidente del cual es víctima sucede no por ausencia de estos sino por falta de protagonismo. Él es llamado y aparta la vista del protocolo que se debía seguir para una correcta explosión. Algo no se realizó como siempre y el mismo hierro que se hizo construir para perfeccionar su tarea es el que impactó en su rostro y penetró por su mejilla  izquierda, perforó la base de su  cráneo y atravesó la parte frontal del mismo saliendo por la parte superior. El evento arrojó dos espectáculos sorprendentes, el primero e inmediato fue descubrir que Gage estaba vivo y pudo hablar a los pocos minutos, y el segundo separado temporalmente, fue que “Gage ya no era Gage”. 
Gage conservó las funciones intelectuales, perceptivas o de lenguaje pero no de aquellas que parecen ser responsables de la capacidad de anticipación, planificación o autocontrol del comportamiento. Su conducta social podría calificarse de inapropiada por lo irreverente, blasfemiador, intransigente en consejos que competían con su deseo, obstinado, caprichoso, es decir, muy discrepante de  aquel capataz calificado y admirado que precedió al accidente.
En 1861 Gage muere y su barra de hierro junto a su cráneo son depositados y expuestos en el Museo Médico Warren (Facultad de Medicina de Harward, Boston) a la espera de 120 años en que Hanna Damasio y su equipo pudiera concluir que la lesión selectiva en la corteza prefrontal del cerebro de Phineas Gage comprometió la capacidad de planificar para el futuro, de conducirse según las reglas sociales que previamente había aprendido y de decidir sobre el plan de acción que eventualmente sería más ventajoso en cada situación.

La lesión fue producida en la superficie interna y central del lóbulo frontal izquierdo y parcialmente del derecho, región ventromedial. Región ésta que integra los diferentes factores implicados en la toma de decisiones, se asocia  con el procesamiento de señales emocionales, orientado a objetivos basados en juicios sociales y éticos



Especificando esta afirmación, la región ventromedial se ocupa de integrar los estados somáticos con la información presente promovido por la situación de toma de decisiones, proporcionando el sustrato para la integración de las relaciones aprendidas entre situaciones complejas y estados internos, incluyendo los emocionales asociados con las situaciones experimentadas anteriormente. Toda decisión que se toma reactiva los estados emocionales que se vivieron en situaciones similares y es quien rige la elección  de la decisión actual. 
Tanto el estado somático, como la información sensorial y las experiencias anteriores se entrelazan en la corteza prefrontal ventromedial con la información proveniente de la amígdala, el hipotálamo y otros núcleos del tronco cerebral. Esta región interviene en la estimación de las consecuencias a largo plazo de las decisiones que se tomen, gracias a la integración de los estados somáticos con información clave procedente de la propia situación o almacenada en la memoria.                            
No hay un problema de memoria, la memoria está intacta, pero no se toman en cuenta las experiencias anteriores, hay buena actividad en la memoria de trabajo
La memoria de trabajo se define como un sistema que mantiene y manipula la información de manera temporal, por lo que interviene en importantes procesos cognitivos como la comprensión del lenguaje, la lectura, el razonamiento (Baddeley y Hitch, 1974) Presenta subcomponentes difererenciados(Baddeley,2000): 
  • El bucle fonológico como un sistema de almacenamiento que permite utilizar el lenguaje subvocal.
  • La agenda visuoespacial mantiene y manipula imágenes visuales
  • El ejecutivo central que lleva a cabo tareas cognitivas en las que interviene la memoria de trabajo y realiza operaciones de control y selección de estrategias.
  • El buffer episódico como un sistema en el que se almacena simultáneamente información de los dos primeros componentes y de la memoria a largo plazo de modo que se crea una representación multimodal y temporal de la situación actual. Este no tiene localización en un área específica del cerebro sino que ocurre por descarga de diferentes grupos de neuronas en una red.
La memoria de trabajo no se trata de un sistema de memoria, sino de un sistema atencional operativo para trabajar con contenidos de la memoria
Cabe relacionar emoción con decisión. Phineas Gage hizo un innegable aporte, trascendió laboralmente por su capacidad, pero también trascendió por su falta de capacidad. Aunque le sucedieron otros pacientes que por haber sufrido traumatismos como consecuencias de tumores cerebrales también aportaron desde su dolencia material de investigación. Un caso más reciente que el antes mencionado es el de Elliot, un hombre de negocios exitoso que al ser diagnosticado con un meningioma cambió de una operación que desde el punto de vista quirúrgico fue un éxito. A este éxito le sucedieron divorcios, pérdidas laborales, malas elecciones finalizando bajo tutela de un hermano por insolvencia económica. Todos los test psicológicos suministrados  no detectaron anomalías y los resolvía con puntuaciones altas. Tanto su capacidad perceptiva, su memoria del pasado y la capacidad para aprender cosas nuevas, el lenguaje y las habilidades matemáticas se encontraban intactas. Aún así se debía seguir indagando. Antonio Damasio postula la hipótesis del marcador somático para explicar la implicación de algunas regiones del córtex prefrontal en el proceso de razonamiento y toma de decisiones. Un marcador somático es un cambio corporal reflejo de un estado emocional, ya sea este positivo o negativo y que influye y afecta a las decisiones tomadas en un momento determinado Al percibir respuestas corporales de origen emocional la toma de decisión es guiada y agilizada. Los procesos racionales  intervienen en la toma de decisiones pero son asistidos por otros mecanismos emocionales que son un factor fundamental.
En términos neuroanatómicos se sugiere que los marcadores somáticos, que operan en el ámbito biorregulador y social alineado con el sector ventromedial del córtex preforntal, influyen sobre las operaciones de atención y de memoria operativa dentro del sector dorsolateral, sector del que dependen operaciones en otro ámbitos del conocimiento. Damasio focaliza en el problema del orden y jerarquización de las posibilidades disponibles y son los marcadores los que proporcionan los criterios que expresan las preferencias. El modo de establecer estos criterios  es que los componentes permanezcan desplegados, en escena, durante un intérvalo de tiempo para lo cual la memoria de trabajo se mantiene activa. Frente a la existencia de variadas posibilidades de actuación la corteza prefrontal es capaz de crearse una representación de las posibles consecuencias según las diferentes decisiones pudiendo provocar la generación de imágenes a cómo sería el escenario según cada respuesta. Estas imágenes o trozos de ellas pueden evocar la reacción emocional de la situación real incluyendo las reacciones viscerales y somáticas propias de la emoción correspondiendo a los marcadores somáticos que anuncian si la situación imaginaria es placentera o desagradable según la historia personal y posibilita al cerebro evaluar esta marca y elegir con rapidez. Los sujetos con lesión resuelven acertadamente cuestiones que requieren inteligencia abstracta y fracasan en aquellas que implique la historia real debido a que está interrumpida la comunicación entre la región prefrontal y las estructuras límbicas. 
La hipótesis de los marcadores somáticos y su función en la jerarquización de posibilidades fue ampliamente experimentada concluyendo que las redes prefrontales se rectifican en función de la proporción entre los resultados malos y buenos ayudando al pensamiento. Aún así no se ha generado total acuerdo, aunque en estas circunstancias nos sirve para alejarnos de Phineas Gage, quien en el momento de la elección prefería aquellas más cercanas a la recompensa inmediata y más alejado de lo moral y socialmente aceptado. 
Phineas Gage, Elliot y tantos otros, permiten que “la toma de decisiones” se vaya construyendo y reconstruyendo por tramos y que hoy podamos pensar y analizar otros hechos de decisiones importantes de trascendencia popular. La historia de la aviación posee una gran documentación en relación a determinaciones que han sido trascendentales. Hace 50 años el piloto Norberto Fernandez decidió por la vida de su tripulación, aunque no por la suya… un escape de oxígeno por la rotura de un caño de bronce, produjo una pequeña llama… que comenzó un avance destructor, haciendo inminente el desastre, decidió un aterrizaje de emergencia en campos de la provincia de Buenos Aires, viendo la imposibilidad de alcanzar el aeropuerto de Ezeiza, donde se le esperaba. No había como combatir con éxito al fuego y no había tiempo que perder. El bravo comandante ordenó a sus auxiliares que mantuvieran el orden en la cabina de pasajeros, dentro de lo posible, ya que el pánico, se había apoderado del pasaje, acelerando aún más la tragedia. Un inspector de vuelo le dijo que se quedaba con ellos ocurriera lo que ocurriera, pero Fernández fue terminante y le indicó que obedeciera y cumpliera con su misión. Por ello, él y el copiloto trataron de salvarlos a todos y buscaron al tanteo, un campo sin árboles, apenas entrevisto. La máquina iba perdiendo altura, mientras el fuego lo invadía todo. Una de las azafatas, la joven Dates, abrió la puerta de salida, antes de tiempo, y cayó pesadamente pereciendo. Unos segundos más tarde, el avión se deslizó sobre su estructura, sin bajar las ruedas, para que se detuviera antes, y lo hizo en una pradera, luego de chocar con algunos animales. Norberto Fernández evitó con su coraje, con su heroica determinación, que el accidente alcanzara los caracteres trágicos fácilmente imaginables. Sus manos fuertes sobre los comandos, dirigieron a la máquina. Sus auxiliares, consiguieron que todos los pasajeros descendieran indemne. Es lo que él se propuso y supo conseguirlo. Se mantuvo, como los viejos y heroicos capitanes de barcos, conforme a la tradición marinera, en el puesto de mando.
Lo que había anunciado lo cumplió. Su vida fue el costo de la sobrevivencia de los demás. Su cuerpo fue hallado, con sus manos aferradas con firmeza en los comandos, siendo fiel, hasta el último segundo de su vida a su valiente determinación.
¿Qué diferencia a Norberto Fernandez de la joven azafata? ¿Una jerarquización diferente? ¿Una imposibilidad de haber vivido situaciones similares y poder ponerlas en juego a la hora de elegir? ¿o un predominio y desborde de la emoción? En esencia me resta seguir investigando la relevancia de estas emociones en los procesos de la razón. Los sentimientos tienen un papel preponderante cómo proteger a la razón para que no invadan generando efectos negativos a la hora de decidir, y al mismo tiempo que estén presentes cuando así se lo requiera. El primer paso es aceptar la importancia de los sentimientos pero comprendiendo su compleja maquinaria biológica y sociocultural.
Existe una parte de nuestro cerebro que es la que nos hace humanos, y es precisamente la que ha evidenciado mayor crecimiento y desarrollo evolutivo reciente,  es la región más anterior del lóbulo frontal o corteza prefrontal. Allí residen la intencionalidad, el juicio, la planificación y la identidad, pues regula nuestra capacidad para desarrollar un plan y ejecutarlo, tener pensamiento abstracto, llevar a cabo razonamientos, para tomar decisiones y para inhibir la impulsividad. Es sede de la moral y el estilo cognitivo y marca la personalidad. Todas éstas son la resultante de la integración de múltiples estímulos y funciones que provienen de otras áreas del cerebro,  es allí donde se procesan y reestructuran la memoria, las emociones, la experiencia propia y adquirida, los valores morales sociales y culturales que sirven de base para las funciones propias de la corteza prefrontal, que si bien es la más evolucionada no puede de ninguna manera operar sola ni prescindir de las otras áreas.
Los casos de P. Gage y de Elliot demuestran como una lesión anatómica cerebral despersonaliza e incapacita en toma de decisiones y capacidad para planificar (una característica genuina humana) a  personas que mantienen sus facultades mentales intactas.
Por lo tanto se demuestra que existe una estrecha relación entre una serie de regiones cerebrales y los procesos de razonamiento y toma  de decisiones. Que estos sistemas neuronales se hallan implicados en los procesos de la razón, específicamente en la planificación y la decisión y desempeñan un papel importante en el procesamiento de las emociones.
Las emociones y los sentimientos no son intrusos en el bastión de la razón, pueden hallarse enmascarados en sus redes para lo mejor como para lo peor ,o sea, aciertos afortunados o errores catastróficos, y que determinan aspectos del proceso de la emoción y del sentimiento indispensables para la racionalidad. En el mejor de los casos los sentimientos nos encaminan en la dirección adecuada, nos llevan al lugar apropiado de toma de decisiones, donde podemos dar un buen uso del instrumento de la lógica. No se trata de desactivar la perturbación de las emociones para evitar el error en la toma de decisiones, sino de tomar conciencia de cómo la emoción opera automáticamente y saber identificar en qué situaciones no debe tomársela en cuenta, tal como sucediera en el caso del piloto N. Fernández.
Podemos aseverar que "el corazón tiene razones, que la razón no comprende" y a su vez preguntarnos ¿es el lóbulo frontal el sitio donde reside lo popularmente llamada alma o parte de ella?.

BIBLIOGRAFÍA
  • Damasio, Antonio (2013) “El error de Descartes” Paidós, Buenos Aires.
  • De Podestá, María Eugenia, Ratazzi, Alexia; De Fox, Sonia; Peire, Josefina (2013) “El cerebro que aprende” Aique Grupo Editor, Buenos Aires.
  • Manes, Facundo (2014) “Usar el cerebro” Planeta. Buenos Aires.
  • Tirapu-Ustárroz J., Luna-Lario P. (2011): “Manual de neuropsicología” Viguera Editores.


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