Escribir sobre la muerte es como un encuentro con lo siniestro y a la vez con el único destino certero que tengo. Me he criado con una generación en la cual la palabra “muerte” por sí misma atemorizaba como si cargara la fuerza de materializarse y concretar su destino. Deconstruir esas creencias ha sido un trabajo personal arduo y más aún cuando uno se encuentra de frente a ella con las personas más cercanas, se inició con mis abuelos y siguió con frecuentes apariciones con tíos, amigos y mi padre, un italiano que parecía eterno. Fernando Pessoa tiene un fragmento del poema Aniversario que dice “En el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños, yo era feliz y nadie había muerto....” y tal vez esa sea la percepción popular de la felicidad. Mis estudios continuos y mi práctica en la clínica de más de veinticinco años fueron tejiendo experiencias nuevas y planes terapéuticos puestos a prueba y verificados por su eficacia. Sus resultados se encuentran en esta guía de acompañamiento.
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