Funcionamiento cerebral, nociones generales en lo macroscópico
Psic. Patricia Gagliardi
Imaginar un cerebro adulto es análogo a una nuez gigante de aproximadamente 1500 gramos, siendo el 2% de peso de todo el cuerpo pero su consumo es muy superior a su porcentaje, utiliza una energía que iguala a la cantidad de gasto de todo el músculo esquelético en reposo. Su superficie tiene cisuras y surcos, este repliegue es una adaptación evolutiva que le ha permitido ocupar más superficie en menor espacio.
Un surco lo corta por la mitad definiendo dos hemisferios, el izquierdo y el derecho, recubierto por la corteza cerebral. Este estrato externo es donde las neuronas se asocian en colonias de manera precisa. Estas neuronas presentes en las circunvoluciones nos hace pensar, posibilitan la conciencia y experimentar emociones.
Recorriendo el cerebro que a primera vista parece todo igual se aprecian diferentes zonas. Cada zona, llamada lóbulo tiene funciones específicas y a medida que se explora cada lóbulo tiene a su vez áreas con mayor especificidad.
En la parte posterior se encuentra el lóbulo occipital que permite que el cerebro elabore la información visual, la región lateral superior es el lóbulo parietal, se ocupa sobre todo de percibir todo tipo de estímulos sensoriales, en el lateral inferior nos encontramos con el lóbulo temporal que decodifica los sonidos y olores y la más anterior está situada sobre los ojos, lóbulo frontal que es como se dice “lo que nos hace humanos” porque se encarga del habla, los movimientos, la construcción de la personalidad y la toma de decisiones. Se podría reformular un dicho popular diciendo “dime cuán bien está tu frontal y te diré cómo actúas”.
Todas estas áreas deben comunicarse con zonas subcorticales para interpretar la información recolectada. Hay una serie de conexiones nerviosas que transmiten la información desde y hacia la corteza.
Cabe mencionar el sistema límbico que está situado debajo de la corteza, sus estructuras filtran los estímulos externos relacionados con el estado de ánimo. La amígdala responsable de analizar un abanico de emociones, entre las que se destacan el miedo y la ansiedad, el hipocampo que participa en la formación de recuerdos, el bulbo olfatorio, todas las sensaciones derivadas de los olores, y los núcleos talámicos, los cuerpos maxilares, la corteza límbica y parte del mesencéfalo se ocupan del resto de nuestra vida emotiva.
El tronco del encéfalo, quien es filogenéticamente uno de los más antiguos tiene como función controlar las funciones vitales.
Si bien aquí aparecen las funciones expresadas por separado, su funcionamiento es a modo orquesta, y hay una comunicación permanente entre ellas. Si escuchamos un ruido que parece ponernos en peligro se alertan todas las áreas hasta el frontal toma la decisión de la huida.
La cognición funciona de modo similar, el cerebro integra los estímulos que tienen un significado y las motivaciones internas en lo que sería la autoconciencia de la conciencia y un comportamiento adecuado.
El hemisferio izquierdo y el derecho, son simétricos y están conectados por el cuerpo calloso que corresponde a un haz de fibras nerviosas que permite la conexión constante entre las dos mitades. Si bien hay un reparto de tareas en ellos, como por ejemplo en el hemisferio izquierdo, en la zona temporal, se encuentra el área de Wernicke que permite la comprensión oral y escrita de las palabras, a su lado se encuentra el área auditiva y más adelante el área de Broca que es responsable de la pronunciación de las palabras y está al lado de la corteza motora. El otro hemisferio no duerme cuando el izquierdo cumple estas funciones porque sin él no podríamos descodificar el tono emocional de las palabras, reír con un chiste, reconocer caras y expresiones, distinguir notas musicales, entre muchas otras funciones. Ambos hemisferios deben trabajar en todo y si bien hay reparto de tareas, ya que sin una división del trabajo el rendimiento sería menor, el cuerpo calloso no les permite haraganerías.
Por último, el cerebelo, protuberancia pequeña bajo el lóbulo occipital es la sede de la coordinación de los músculos voluntarios, del equilibrio y del tono muscular. Algunas investigaciones están evaluando la posibilidad de ampliar su función en las capacidades cognitivas y afectivas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario