Primera y segunda tópica de Sigmund Freud:
Psic. Patricia Gagliardi
Sigmund Freud fue el fundador de la teoría psicoanalítica. Si ubicamos históricamente a Freud, su teoría impactaba en la época, consideremos que aún hoy lo es. Lo que es innegable es la influencia que tuvo no solo dentro de la psicología sino en muchas otras ramas.
El psicoanálisis es una terapia, una metodología de investigación y una teoría. Todo su constructo fue basado en sus observaciones directa de casos de pacientes. En sus primeros desarrollos, a lo que se llama primera tópica, consideraba que el comportamiento y la personalidad derivan de la interacción tres diferentes niveles de conciencia: el preconsciente, el consciente y el inconsciente. En ellos el consciente solamente es la menor expresión comparado con el inconsciente.
Es el Inconsciente el que comanda el actuar. Muchos de nosotros hemos experimentado lo que comúnmente se conoce como un acto fallido , es decir actos erróneos. Para la teoría psicoanalítica estos errores revelan pensamientos o sentimientos inconscientes. Por ejemplo llamar a una persona por el nombre de otra aún sabiendo que no tienen afinidad o bien se declaran enemigas.
Su explicación es que el inconsciente o fuera de nuestra conciencia que dirigen de alguna forma nuestro comportamiento. El inconsciente está formado por pensamientos, emociones, recuerdos, deseos y motivaciones que se encuentran pero que no son directamente accesibles nuestra conciencia, sin embargo, continúan ejerciendo una influencia en nuestro comportamiento, a tal punto que nos hacen fallar.
El Consciente incluye todo aquello de lo que somos conscientes. Este es el aspecto de nuestro proceso mental que nos permite pensar y hablar de forma racional. La mente preconsciente es la parte de la mente que representa la memoria ordinaria. Si bien no somos conscientes de esta información en cualquier momento dado, podemos recuperarla y tirar de ella en la conciencia cuando sea necesario.
El inconsiente es donde guardamos nuestros sentimientos, pensamientos, impulsos y los recuerdos que se encuentran fuera de nuestro conocimiento consciente. La mayor parte de los contenidos del inconsciente, según Freud, de contenido sexual reprimido infantil, por ende, son inaceptables o desagradables, como los sentimientos de dolor, ansiedad o conflicto. Por su contenido son censurados, y su única forma de salir es usando una máscara, disfraz, y aflorar en sueños, lapsus, actos fallidos.
Luego Freud estructura una segunda tópica que complementa el modelo anterior, formada por tres estructuras básicas de la personalidad: el ello, el yo y el superyó. Estas tres estructuras tienen funciones diferentes y actúan en distintos niveles de la mente.
Según Sigmund Freud, cada componente añade su propia contribución única a la personalidad y los tres elementos trabajan juntos para formar comportamientos humanos complejos.
El Ello como la fuente de toda energía psíquica, puro placer, es el único componente de la personalidad que está presente desde el nacimiento.Este aspecto de la personalidad es completamente inconsciente e incluye los comportamientos instintivos y primitivos.
El ello es impulsado por el principio del placer, que se esfuerza por lograr la satisfacción inmediata de todos los deseos, deseos y necesidades. Si estas necesidades no se satisfacen inmediatamente, el resultado es un estado de ansiedad o tensión.
El Yo es el componente de la personalidad que se encarga de tratar con la realidad, su funcionamiento se basa en el principio de realidad. Es el mediador entre el inconsciente, el super yo y las demandas del mundo externo.El principio de la realidad es el que mide los costos y beneficios del actuar.
El Superyó es el aspecto de la personalidad que contiene todos nuestros aspectos morales interiorizados e ideales que adquirimos de ambos padres y de la sociedad; nuestro sentido del bien y el mal. Su surgimiento comienza a evidenciarse alrededor de los cinco años. Es el tercero en formación. Se lo nomina el heredero del Complejo de Edipo, nos proporciona directrices para hacer juicios.Trabaja para suprimir todos los impulsos inaceptables del Ello y se esfuerza por hacer que los actos de Yo se acerquen o coincidan con las normas sociales. Es el perpetuador de la cultura y la civilización o bien las riendas de la moral.
La fortaleza del yo y un equilibrio entre el ello y el superyó implicarían el afloramiento de una personalidad sana.
Se adjuntan esquemas pertenecientes al libro de Sigmund Freud.
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